¿PUEDE LA CIENCIA “SALIR A LAS CALLES?: Recuerdo que hace un tiempo, acostumbraba atosigar a mis alumnos de los primeros semestres de ingeniería con preguntas como: “¿puedes darme el nombre de un ingeniero o científico que admires?”, debo decir que, como siempre, hay chavos que pueden responder la cuestión, y entienden adecuadamente el sentido de la pregunta, el único inconveniente es que son los menos, además, en parte, considero que tal cuestión posee el mismo sentido y alcance de si la hiciera a alumnos que estudian ciencias, filosofía, literatura, música, arte… Es decir, en gran parte pretendía identificar el grado de vocación y compromiso para con la profesión que habían elegido. De aquí podemos plantearnos la siguiente cuestión: ¿es necesario tener un talento especial para estudiar ingeniería, análogo al que se necesita para estudiar ciencias, arte, música…? La respuesta la dejo al lector, pues, entrando en materia, si bien curiosamente cada vez aumenta más el número de estudiantes que desean estudiar ingeniería, parece ser que el número de aquéllos que desean estudiar ciencias va en picada.
Según los datos de un estudio (sic.) publicado en la revista “Investigación y Desarrollo”, sólo el 0.1% de los estudiantes mexicanos de nivel básico e intermedio, han obtenido la calificación de “sobresaliente” en los rubros de ciencias, y comparado con el 17% de países como Finlandia, nos revela algo que es digno de tomarse en cuenta, independientemente de que, como sabemos, el principal problema tiene que ver con nuestro sistema educativo; así, surgen muchas cuestiones, aunque sólo deseo señalar aquí algunas como: ¿por qué la ciencia no forma parte de nuestro entorno cotidiano?, ¿por qué pocos son los estudiantes que desean dedicarse a estudiar ciencias?, ¿es igual o menor al número de estudiantes que desean dedicarse a las artes?, es decir, ¿estudiar ciencias sólo es para unos cuantos “cerebritos” o para ciertos grupos “privilegiados”, al igual que las artes? En un país donde uno de los principales problemas radica en “tener para comer”, ¿qué tanto puede importar la ciencia?, aunque finalmente, ¿qué pasa en nuestra casa, en nuestro entorno familiar donde difícilmente nos inculcan la ciencia, la lectura? Uno podría suponer que es más fácil concluir que si se proviene de una familia donde los padres poseen un nivel de estudios superior, entonces sus hijos, a la par de también puedan llegar al nivel superior, asimismo tendrán más cultura y apreciarán más la ciencia, por muchos factores, que tienen que ver con lo que somos como sociedad, vemos que esto último no es del todo así. ¿El poco interés por la ciencia tiene que ver con una mala difusión de ésta, con una mala administración, con la poca capacidad de los individuos debido a las características de la sociedad?, ¿con que la ciencia “salga a las calles”? Es decir, nosotros como padres, tíos, hermanos, amigos…, ¿qué estamos haciendo para crear en las nuevas generaciones una verdadera cultura científica?, quizá nada, y todo porque nosotros mismo no tenemos una mínima parte de esa cultura científica.
Se tiene la creencia, disfrazada de certeza, de que una de las ciencias más hermosas y fundamentales, como es la matemática, es difícil, por tanto hay que “estudiar algo que no tenga matemáticas”, digo, si ese es el criterio, les contestaría: “entonces no estudies nada” jejeje. Claro que es difícil, pero extraordinaria, como todas las ciencias. Si el criterio es “estudiar algo donde se gane bien…”, ¿por qué hay más estudiantes queriendo estudiar, por ejemplo, ciencias de la comunicación (periodismo), que ciencias?, ¿por qué hay tantos estudiantes que desertan de ingeniería porque no tienen ni el talento, ni la vocación, pero aplicaron dicho criterio? Quizá precisamente, el problema sigue siendo el cómo somos como individuos, y cómo pretendemos educar, aunque parezca un tanto naive lo que voy a decir, el poco interés por la ciencia es debido a la falta de una verdadera cultura científico-tecnológica, tenerla no es sólo estar en contacto con la ciencia y la tecnología, decir que quiero estudiar una carrera relacionada con la ciencia y la tecnología no necesariamente implica que tengo una cultura científico-tecnológica, esta última es “algo que se lleva en las entrañas”, como llevar en las entrañas el “oficio del cuestionador”. ¿Debe entonces la ciencia salir a las calles?, quizá sí, aunque lo que importa es no amputar el espíritu de las nuevas generaciones inculcándoles una forma instrumental de pensar, donde sólo se enfoquen en “obtener cosas”, y no en “aportar cosas”, se trata de que amen saber algo a pesar del esfuerzo que implique, pues como siempre he dicho: “nadie está obligado a saber de ciencia, arte, etc., claro, pero tampoco está obligado a ignorarlo”.
PD En fin, sólo es una masturbación más de un simple mortal amante de la ciencia.